Cubre una
luz tristísima la calle,
dolorosas
lagunas se dan vuelta y se tapan con mantos de tierras lejanas.
Crecen los
olvidos desde el asfalto y derraman palabras y forman arcos romanos y
triunfales contra la luz rectangular del cielo.
Mientras
suceden los trabajos de apariencia, veloces y traumáticos,
cataratas
de brisas se deslizan por los cables, horadan el espacio con su vuelo, juegan y
confunden las conversaciones del banquero y su cliente,
conectan el teléfono a la oreja de la luna Vulcano y
trágicos rumores
desnudan los oídos: han estallado las flores de la
primavera.
Los pétalos
traspasan las narices, ojos y bolsillos
_de los
desprevenidos transeúntes, causando innumerables inconvenientes
al normal
desarrollo de los negocios_ se lee en las portadas de los diarios.
Los
funcionarios, perdida la razón por aroma a jazmín y risa de llanura,
mujeres paganas y chicos desnudos corriendo por la
arena, mueren de amor en la cintura de la playa...
Ahora hay una luz muy delicada que ilumina los
contornos
y mundos
vestidos de amarillo por el sol que abraza y canta.
.
R. Saporiti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario