viernes, 15 de noviembre de 2013

Aproximación a Macedonio

Aproximación a Macedonio



Cuando un hombre enviuda, que le queda sino morir?
Ya su cama no tendrá sábanas y frazadas, el se tapará
con el diario del sábado y permanecerá tres días seguidos
así abrigado y en silencio. Pasado este primer duelo
le seguirán otros, para toda la vida. Ahora ha comprobado
que la muerte es cierta y a él le ha tocado sufrir tempra-
namente su presencia. Su desconsuelo es grande y en lo
profundo del pensamiento tiene miedo. Ninguna estratage-
ma  a nadie salva y él también está condenado.
Con la muerte tan cerca se hace aire la palabra. Inventa la
novela dentro de la cual transcurre la vida y él es su
personaje principal. Suceden muchas muertes en la historia;
cada vez que intenta un personaje, al tiempo muere. Rápida-
mente debe inventar otros, de lo contrario se acabaría la no-
vela y el también moriría. Así con esta presión de por vida
el escribe con dulzura e inteligencia la novela eternamente;
y cada uno de nosotros lo ayudamos en silencio y con mo-
destia a conservar los personajes. Cuando pese a todo algunos
mueren y él empieza a ponerse  nervioso, resucitamos los que
amamos esta historia; eternamente será leída y renovada su
lucha por vivir aunque sea dentro de una novela.

                                                          R. Saporiti



Cuarenta y nueve

                                               Cuarenta y nueve  



          Se llama Jesús. Es flaco y feo. Jesús mira a su hermano en la comisaría donde trabaja. El hermano le anuncia que a su primo Alberto lo han baleado. Por accidente. Por estar en la puerta de su casa. Por no entrar rápido a la casa cuando vio las motos. Pasaban  por el frente disparándose como pistoleros del far west. Y la ligó. Una bala casual
le perforó los intestinos, le recorrió todas las curvas y se alojó sin salida en el hueso de
la cadera.
          Está gravísimo, le cuenta. Lo están operando, le dice.
Jesús es un policía joven, sin experiencia. Pero en su casa son muy devotos y el va todos los domingos a la iglesia. Así que mientras avisa a su jefe, una parte de su cerebro
se pone a rezar. “ Padre nuestro”...
          Mientras en el quirófano el cirujano lava a fondo los intestinos. Sutura, agrega, acomoda.
          Alberto sueña. Sueña que el sol de Corrientes lo baña, lo acaricia. Tira de la caña
y el pacú se sacude para no morir asfixiado.
          Cuando le arranca el anzuelo de la boca, algo de sangre le mancha las
manos, por mas que el cirujano trabaja contra reloj, la sangre de Alberto le mancha los brazos, los pantalones, los pies. Jesús reza el Padrenuestro N° 49. Justo la edad de Alberto. Hoy, justo hoy, Alberto cumple 49.
          Ya pasaron 5 horas y el anestesista controla. El médico lo mira. El anestesista le devuelve la mirada y con los ojos le dice: “Apurate” Alberto abre con destreza la panza
del pez le saca las tripas y lo lava en las aguas del río entre amarillo y marrón.
          Jesús está agotado. Tanto rezar lo ha dejado agotado. El cirujano ya está cosiendo; pone un tubito, le ofrece la frente a la enfermera y esta le seca el sudor con unas gasas. Está agotado. Cinco horas de trabajo sin parar. Alberto está agotado. Cinco horas al sol por un pacú de porquería, para lucirse ante sus amigos. Mira al pez y realmente es bastante grande.
           El sol se ha escondido y casi no se ve. Empieza a caminar buscando el sendero que lo llevó a la orilla del río. Se equivoca y se interna en el monte cerrado. Alberto sigue con los ojos cerrados. Lo ponen en terapia. Jesús reza.
            Ahora el cirujano fornica con la enfermera para aflojar la tensión . Al rato empieza a amanecer y Alberto sale del monte y encuentra el sendero.  Piensa en su cumpleaños. Está contento. Aún es joven, recién tiene 49.




                                                        



                                                                              

                                                                          

Ambrosio

                                     Ambrosio



Varese en Italia
Varese, una playa Argentina
en el Atlántico un barco trae a un niño en la bodega;
tiene miedo , frío y hambre.
Hace mas de cien años
viene a un lugar desconocido.
Ahora me entero, abuelo Ambrosio
en el 2012, de nuestra empatía.
Nunca nos vimos ni nos conocimos,
y sin embargo abuelo yo te tengo en las venas
en los ojos verdes (así dicen)
y en la admiración que me produce

una vida tan grande y tan chiquita.