Cuarenta y nueve
Se llama Jesús. Es flaco y feo. Jesús
mira a su hermano en la comisaría donde trabaja. El hermano le anuncia que a su
primo Alberto lo han baleado. Por accidente. Por estar en la puerta de su casa.
Por no entrar rápido a la casa cuando vio las motos. Pasaban por el frente disparándose como pistoleros
del far west. Y la ligó. Una bala casual
le perforó
los intestinos, le recorrió todas las curvas y se alojó sin salida en el hueso
de
la cadera.
Está gravísimo, le cuenta. Lo están
operando, le dice.
Jesús es un
policía joven, sin experiencia. Pero en su casa son muy devotos y el va todos
los domingos a la iglesia. Así que mientras avisa a su jefe, una parte de su
cerebro
se pone a
rezar. “ Padre nuestro”...
Mientras en el quirófano el cirujano
lava a fondo los intestinos. Sutura, agrega, acomoda.
Alberto sueña. Sueña que el sol de
Corrientes lo baña, lo acaricia. Tira de la caña
y el pacú
se sacude para no morir asfixiado.
Cuando le arranca el anzuelo de la
boca, algo de sangre le mancha las
manos, por
mas que el cirujano trabaja contra reloj, la sangre de Alberto le mancha los
brazos, los pantalones, los pies. Jesús reza el Padrenuestro N° 49. Justo la
edad de Alberto. Hoy, justo hoy, Alberto cumple 49.
Ya pasaron 5 horas y el anestesista
controla. El médico lo mira. El anestesista le devuelve la mirada y con los
ojos le dice: “Apurate” Alberto abre con destreza la panza
del pez le
saca las tripas y lo lava en las aguas del río entre amarillo y marrón.
Jesús está agotado. Tanto rezar lo ha
dejado agotado. El cirujano ya está cosiendo; pone un tubito, le ofrece la
frente a la enfermera y esta le seca el sudor con unas gasas. Está agotado.
Cinco horas de trabajo sin parar. Alberto está agotado. Cinco horas al sol por
un pacú de porquería, para lucirse ante sus amigos. Mira al pez y realmente es
bastante grande.
El sol se ha escondido y casi no se ve.
Empieza a caminar buscando el sendero que lo llevó a la orilla del río. Se
equivoca y se interna en el monte cerrado. Alberto sigue con los ojos cerrados.
Lo ponen en terapia. Jesús reza.
Ahora el cirujano fornica con la
enfermera para aflojar la tensión . Al rato empieza a amanecer y Alberto sale
del monte y encuentra el sendero. Piensa
en su cumpleaños. Está contento. Aún es joven, recién tiene 49.
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